LOS HIJOS DE LOS
HOMBRES
El mundo vive sin esperanza ante la pérdida de la fertilidad del sexo
femenino. Las migraciones masivas procedentes de países del Tercer Mundo
desbordan el planeta y causan graves problemas de abastecimiento de alimentos y
de seguridad, de tal forma que los inmigrantes son aislados en campos de
refugiados. El terrorismo de grupos nacionalistas es habitual en las caóticas
calles de la City: bombas en autobuses, aceras y estaciones han creado un clima de miedo en la población y
un estado policial en el que las libertades brillan por su ausencia. La TV
informa de que el ser humano más joven del mundo, un varón de 18 años, ha
muerto. Pero una luz de esperanza se enciende: una joven de color queda
embarazada y debe ser protegida de los radicales.
LA HUMANIDAD EN PELIGRO
La raza humana ha sido llevada al
límite de su resistencia por el cine en numerosas ocasiones. El final de la
Segunda Guerra Mundial y el inicio de la Guerra Fría abrieron un subgénero
dentro del fantástico que albergó un ramillete de títulos sobresaliente, que en
los años más recientes han tenido brillante continuación con la paranoia
colectiva que ha supuesto el 11-S y sus
consecuencias. En Los hijos de los
hombres, convertida en hallazgo para los aficionados del cine de
apocalipsis, la esperanza del futuro está en un nacimiento. Sólo la expectativa
del alumbramiento de un nuevo ser arenga tanto a los activistas de los derechos
civiles como a los que recelan de que sea una inmigrante afroamericana la que
tenga en su vientre la semilla de la supervivencia de la especie. Hasta ahora, era la supervivencia individual
de grupos humanos reducidos la que había concitado de forma mayoritaria el
interés del cine, generalmente frente a la amenaza extraterrestre como en La invasión de los ladrones de cuerpos (Invasion of the Body Snatchers, 1955) de
Don Siegel y las demás versiones de la novela de Jack Finney, o en La
guerra de los mundos (The War of The
Worlds, 1953) de Byron Haskin y su nueva versión dirigida por Steven
Spielberg en 2005. Si no proviene del espacio, el temor apocalíptico tiene
procedencia futurista como en Mad Max,
salvajes de autopista (Mad Max,
1979) de George Miller y sus secuelas, donde el mundo quedaba sometido a un
violento caos irracional. Y otras veces, como en muchas películas de la saga de
los zombies o en Doce monos (Twelve Monkeys, 1995) de Terry Gillian,
es un virus el que ha extendido la epidemia que hace desaparecer a hombres,
mujeres y niños.
Tal
vez el precedente más elocuente de esta agónica aventura en la que la humanidad
corre peligro de desaparecer por infertilidad sea El último hombre vivo (The Omega Man, 1971) de Boris Sagal o su
nueva versión Soy Leyenda (I am a Legend, 2007), de Francis
Lawrence, con la trascendental diferencia de que en las adaptaciones de la
novela de Richard Matheson el origen de la amenaza está en una bacteria o una
emisión radiactiva, mientras aquí se expone bien a las claras que los humanos
somos los culpables del mal que nos hará desaparecer: nos lo hemos buscado por
la ambición, la lucha de clases entre ricos y pobres y la nefasta utilización
de los recursos naturales que nos ofrece la Tierra.
El
director Alfonso Cuarón confesó durante el lanzamiento de la producción en el
Festival de Venecia que la mayor influencia que había recibido para hacer la
película fueron las noticias que cada día pueden verse en los informativos de
la televisión, donde son raras excepciones los temas optimistas que rompan el
augurio de un negro futuro colectivo en el planeta. Pero esa idea se lleva al
paroxismo, tan próximo al cine de ciencia ficción: los viandantes pasean
tranquilamente por el centro de Londres, y cuando estalla una bomba nadie
parece sobresaltarse ni quedar conmovido por la dantesca escena. El terrorismo,
la inmigración, el totalitarismo y la incapacidad para procrear son fantasmas de la sociedad contemporánea que
están presentes y que polarizan la tesis, la reflexión que defiende la
película: una idea sobre el fatalismo,
una utopía negativa.
CUARÓN Y LAS ESCRITORAS
La
novela en la que está inspirada Hijos de
los hombres no podía pasar desapercibida para la gran pantalla. La productora
Hilary Shor se interesó por ella, impresionada por el cambio de rumbo de la
autora Phyllis Dorothy James, muy conocida por sus obras de crímenes y famosa
mundialmente por las iniciales P.D. La
escritora británica había publicado su relato en 1992, pero en aquella época no
fue bien recibida una historia futurista de un mundo sin niños y sin esperanza
de supervivencia. Pero antes de que
Alfonso Cuarón se interesara por él, el proyecto pasó por varios altibajos.
Cuarón
viene de un país que sabe mucho de migraciones. En México el drama sacude la
frontera con los Estados Unidos diariamente, lo que sin duda se refleja en el
tratamiento que el director otorga a las hordas de inmigrantes que llegan a
Gran Bretaña en masa. Nacido en México D.F. en 1961, el impacto de sus
películas iniciales fue tan grande que el cine norteamericano le reclamó para
firmar alguna de las superproducciones con
mayor despliegue publicitario en Hollywood, como la tercera parte de las
aventuras del joven mago creado por otra escritora, J.K. Rawling: Harry Potter y el prisionero de Azkabán
(Harry Potter and the Prisoner of Azkabán,
2004). Cuarón ya había tocado el género infantil en la adaptación de la obra
literaria de otra mujer, Frances Hodgson,
en La princesita (A Little Princess,
1995), y había incluso entrado en el recargado y apasionante mundo de Charles
Dickens al llevar a imágenes su clásico
Grandes esperanzas (Great
Expectations, 1998), que supuso su entrada en el mercado USA y en la que
lanzó a futuras grandes estrellas como Ethan Hawke y Gwyneth Paltrow combinando
su juventud con la maravillosa veteranía de Anne Bancroft como la inquietante Sra.
Dinsmoor. Su graduación en el cine
mexicano fue un auténtico acontecimiento a este lado del Atlántico, la película
Y tu mamá también (2001) con la
actriz española Maribel Verdú y sus adolescentes compatriotas Diego Luna y Gael
García Bernal. Sus labores como productor han aumentado una prometedora
filmografía: el golpe al sueño americano que supone El asesinato de Richard Nixon (The
Assassination on Richard Nixon,
2004) de Niels Mueller y la mencionada El
laberinto del Fauno.
Cuarón
comparte generación con otros cineastas de su país que han deslumbrado al mundo
artístico, con nuevos realizadores mexicanos como Alejandro González Iñárritu,
quien ha sorprendido con Amores perros (2000), 21 gramos (2003) y Babel (2006), y Guillermo
del Toro que tiene también un gran prestigio por sus éxitos valorados por
crítica y público: Cronos (1993), Blade-2 (2002, Hellboy (2004) y El laberinto
del Fauno (2006).
MICHAEL CAINE Y LOS DEMÁS
Llega un momento en la vida de un
actor de prestigio, la madurez, en el que haga lo que haga está siempre por
encima de los demás. Michael Caine, en el papel de Jasper, se limita a “estar”
en la pantalla durante las largas escenas en que la acción se traslada a su
cabaña. Jasper vive aislado en una casa de campo con su mujer inválida y
rodeado de plantas de marihuana que cultiva como si fuera su pequeño tesoro
oculto al mundo exterior. Pero pese a su aislamiento, es el personaje sobre el
que gira todo el desarrollo de la película porque mantiene los contactos necesarios
para que los activistas juramentados para salvar la raza humana puedan poner a salvo a la joven embarazada. Caine es uno de los actores británicos más
importantes del último medio siglo, ganador del Oscar ® al mejor secundario por
Hannah y sus hermanas (Hannah and her Sisters, 1986) de Woody
Allen y por Las normas de la casa de la
sidra (The Cider House Rules,
1999) de Lasse Hallström. No ha podido hasta ahora celebrar el premio de la
Academia al mejor protagonista, aunque lo rozó con Educando a Rita (Educating
Rita, 1983) de Lewis Gilbert, con La
Huella (Sleuth, 1972) de Joseph
Leo Mankiewicz y con Alfie (Alfie, 1966) también de Lewis Gilbert.
El protagonista es Theo, un joven
comprometido pero desencantado, que volverá a la acción para salvar una causa
justa y necesaria. Clive Owen es un actor de la escuela británica, educado en
la Royal Dramatic Art y cuyas principales apariciones han sido El caso Bourne (The Bourne Identity, 2002) de Doug Liman, El rey Arturo (King Arthur,
2004) de Antoine Fuqua, y Elizabeth, la
edad de oro (The Golden Age,
2007) de Shekhar Kapur. Junto a él, la huida hacia la salvación tendrá como
compañera a su ex mujer Julian, una Julianne Moore que pone el contrapunto
interpretativo a su partenaire con su marcado acento bostoniano. Sus mejores papeles le llevaron a cosechar
nominaciones para el Oscar ®, el mismo año por Lejos del cielo (Far From
Heaven, 2002) de Todd Haynes y Las
horas (The Hours, 2002) de
Stephen Daldry. Fue la segunda Clarice Sterling que se midió al caníbal
Hannibal Lecter en Hannibal (Hannibal, 2000) de Ridley Scott). Chiwetel
Ejiofor, un joven actor de la nueva generación negra, ha cautivado a directores como Spike Lee,
Woody Allen y el mismísmo Ridley Scott, con el que trabajó en American Gangster (American Gangster, 2007) . Y la actriz cuyo personaje es el centro
de la historia es Clare-Hope Ashitey, la única mujer embarazada sobre la faz de
la Tierra.
Si hay una cualidad técnica que
distingue a Hijos de los hombres,
además de la utilización de efectos dignos del género bélico en su segunda
mitad, es la fotografía gris y mortecina de un Londres sumido en la depresión y
el apocalispsis. Es obra de Emmanuel Lubezki, operador de las magistrales
imágenes de El nuevo mundo (The New World, 2005), de Terrence
Malick, y de varios de los títulos dirigidos por Alfonso Cuarón. También
colaboró con Tim Burton en Sleepy Hollow
(Sleepy Hollow, 1999), con los
hermanos Coen y ha dirigido la fotografía del documental sobre los Rolling
Stones Shine a Light (Shine a Light, 2008) de Martin Sscorsese.
Copyright © Víctor Arribas
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