martes, 1 de enero de 2013

Unconquered. Cecil B. de Mille

Los Inconquistables. Los seis peniques eran para ella.





(Antes de comentar la película, debéis saber que mi querido padre fue el autor de lasgrandes letras del cartel con el que esta película se exhibió en la Gran Vía de Madrid en los años 50. Por entonces se dedicaba a rotular). 


Los norteamericanos suelen referirse a la épocahistórica en que se sitúa LosInconquistables como el nacimiento de la libertad y de la nación, y el finde la América colonial. Un amanecer, como casi todo en ese grandiosocontinente, no exento de traumas humanos en forma de continuas guerras yviolencias de muy distinta procedencia. En el año en que se sitúa la acción, GranBretaña había vencido a Francia por el control del norte del futuro país de laprosperidad, que tenía aún unos límites demasiado constreñidos por el valle delrío Ohio. La influencia de los ingleses sobre los colonos y los americanosnacidos en esos estados primitivos trató de conseguir un éxodo hacia el Oeste, hasta los montes Allegheny en loque hoy se conoce como Virginia Occidental. El único y gran problema eran losindios que poblaban aquellas tierras, ligados al derrotado colonizador francésy organizados bajo el mando del jefe Pontiac , que acaudilló un movimientoguerrero de una docena de tribus alzadas contra los ingleses, la guerra indiamás recordada de aquel período. Las batallas fueron sangrientas en los fuertesque vigilaban la frontera, ocho de los cuales cayeron en manos indias. Sólo dosresistieron los ataques, y uno de ellos fue Fort Pitt, enclavado en elemplazamiento que ocupa la ciudad de Pittsburgh. El trasfondo histórico de Los Inconquistables es tan trascendentalcomo decisivos fueron los acontecimientos en los que se inspira. Si ellevantamiento de las tribus indias unidas por el jefe otawa hubiera logradovencer a los batallones ingleses de la frontera desplegados en el río Ohio, loshabitantes de toda aquella zona hablarían hoy francés.
            Elcine americano se ha fijado una y otra vez en estas fuentes del pasado y en lagestación del país para encontrar historias que llevar a una pantalla. La listade pioneros que lo hicieron durante el período mudo es larga, sobresalen DavidW. Griffith, Thomas H. Ince, Raoul Walsh, John Ford, James Cruze o King Vidor.La más importante de las obras que describen el enfrentamiento a las tribusindias en la iniciática expansión de los trece estados originarios hacia lasgrandes praderas es Corazones indomables(Drums Along the Mohawk, 1939), deJohn Ford, y también la más próxima en estética y ritmo a esta Unconquered. Hay unas constantestemáticas en los western primitivos de todos estos maestros: ansias delibertad, de ostentar el derecho a una propiedad, de crear un proyectocolectivo como Estado común, de alcanzar el florecimiento económico en lasgrandes ciudades, de explotar los incalculables recursos naturales de un granterritorio inexplorado.
Pero hay otrosejemplos. La construcción de un fuerte para proteger a los pioneros en sucamino hacia el Oeste es el fondo argumental de El piel roja (Tomahawk,1951), de George Sherman. La odisea del famoso líder mormón para trasladar a supueblo por las Montañas Rocosas se plasmó en Brigham Young (Brigam YoungFrontiersman, 1940), de Henry Hathaway.
DeMILLEVA AL OESTE
            CecilBlount DeMille (Ashfield, 1881-1959) suele ser catalogado, no siempre de formaadmirativa, como director de masas, autor de cine espectáculo o artesano degrandes superproducciones, lo que peyorativamente se denomina “cartón piedra”.Sus películas, sin embargo, nunca adolecen de personajes que viven unaperipecia física y moral, seres anónimos que viven su propia y pequeña historiadentro del marco de grandes acontecimientos históricos. El director deMassachussetts reveló muchos años después de producir este nuevo fresco sobrela Historia de su país que la idea le había surgido una tarde de sábado, cuandoleía aventuras de la época de las colonias y supo que en el siglo XVIII sevendían hombres y mujeres blancos en suelo americano. Eran delincuentescondenados en Inglaterra y caídos en desgracia hasta ser trasladados a bordo denaves repletas de esclavos hasta el Nuevo Mundo, donde eran vendidos ysoportaban condiciones inhumanas. En el origen del proyecto estuvo pues el afándel realizador por ensalzar los valores de la libertad, algo que estuvopresente en buena parte de su ingente obra cinematográfica. Los puristas deldevenir histórico criticarán sin duda algunos de los aspectos puntuales que seincluyen en las obras de DeMille, como en las del cine norteamericano engeneral, pero la fidelidad del Cine a la realidad de los hechos es la quepermite el carácter de ensoñación de este medio expresivo. En su descargo, cabeseñalar que el realizador siempre se rodeó de asesores reputados y prestigiosospara prepartar sus guiones, como hizo en Henry S. Noerdlinger en estaproducción de 1947.  En la preparación delos decorados de Los diez mandamientos(The Ten Commandments, 1956 ),DeMille supervisó personalmente que cada detalle  coincidiera con lo indicado por sus fuentesdocumentales sobre el Egipto de los faraones.
            Labase literaria empleada en Unconquered es una novela publicada en 1933 yescrita por Neil H. Swanson, The JudasTree. El escritor reelaboró su propia historia  al conocer el argumento que DeMille y suguionista Fredric M. Frank habían elaborado a partir de su originalnovelístico, y entonces sí adoptó el título con el que hoy la conocemos (en laedición española de Caralt en 1951 ese título quedó en  Inconquistable).Muchos de los personajes fueron utilizados por Swanson en otros relatos anteriores,convertidos así en arquetipos de una especie de folletín melodramático situadoen una etapa crucial de la gestación de los Estados Unidos. Su idea narrativaera escribir la vida de los estados de Maryland, Virginia, Delaware,Pennsylvania y Ohio en treinta novelas que incluyeran un tipo determinado depersonajes, sus ascendientes y descendientes. La primera en dar un tratamientocinematográfico al tema fue la secretaria personal de DeMille, JeanieMcPherson, que murió víctima de un cáncer durante la producción.
La película tardó tresaños en hacerse realidad. El asesoramiento por parte de especialistas llegó atal extremo que se contrató al indio Iron Eyes Cody  para supervisar los giros de los diferentes idiomasde las tribus que aparecen en las imágenes. Las técnicas de asalto que utilizanen el ataque final al fuerte son reales: catapultas construidas con troncosflexibles de árboles y uso de las canoas de abedul como escalas para acceder alinterior de la fortificación. Incluso las armas que utilizan en sus combatesson réplica perfecta de las usadas por los primeros ocupantes del NuevoContinente, especialmente aquellas hachas tomahawk que tan decisivo papeljuegan en momentos puntuales de la narración. Los decorados construidos paraesa escena del ataque final fueron construidos con todo detalle y su coste seelevó a la nada despreciable cifra de trescientos mil dólares, y cada extra fueataviado con todos los ropajes y complementos necesarios para que se vierantramperos, soldados de la Corona, colonos y esclavos.  Nadie puede acusar a DeMille de dar laespalda a un cierto rigor histórico y realista, por mucho que defendiera supantalla de espectáculo puro: la película costó cuatro millones de dólares y ensu rodaje intervinieron más de cuatro mil extras, doscientos de ellos indiosauténticos de catorce tribus distintas.
            ElOeste primitivo y la conquista de los territorios vírgenes no era un argumentodesconocido para Cecil B. DeMille. BuffaloBill (The Plainsman, 1936), Unión Pacífico (Union Pacific, 1939),  yespecialmente Policía Montada del Canadá(North West Mounted Police, 1940)tienen paralelismos evidentes en época, personajes  y aspecto estético.  
            DeMillesaca en ocasiones la acción de Unconquereda unos exteriores naturales majestuosos pero predominan los espacios cerrados yclautrofóbicos en el interior de cabañas en el bosque, cantinas oscuras obosques salvajes. En Los Inconquistablesfigura una de las escenas más sobrecogedoras de toda su trayectoria comodirector: con su hija malherida en brazos y ensangrentada,  una mujer de las familias de colonos irrumpeen el baile por el cumpleaños del rey Jorge III explicando que han sidovíctimas de un cruel engaño y que los indios han masacrado Fort Claham. 
            Acusadocomo John Ford durante muchos años de reaccionario, y descalificado su cine porese motivo tan poco riguroso, Cecil B.De Mille ha visto como su obra quedabarelegada en la consideración de escritores y publicaciones especializadas a meroespectáculo épico. Como signo de la digna defensa  de su trabajo y de su visión del mundo, pusosu propia voz en el prólogo de la versión original con el que arrancan losprimeros planos del film.              
LAPAREJA DE LOS SEIS PENIQUES
            Jocosamenteconocida en los meses en que estuvo en cartel como Los peligros de Paulette por el constante protagonismo de la actrizneoyorkina (Long Island, 1911-1990), la película diseña y construye una de lasparejas aventureras que mejor han funcionado en el cine de géneros y deestudios que Hollywood apadrinó durante décadas. Abigail Martha Hale es laespita narrativa que desencadena la acción sentimental y física: su condena porun crimen del que nunca sabremos más que lo sentenciado en una vista públicalondinense, su venta como fascinante esclava con rasgos exóticos, los oscurosdeseos que el traficante de armas Garth proyecta sobre la joven y sobre todo larelación veladamente sexual y abiertamente caótica que mantiene con el recto yhonesto militar Holden  convierten a Abby-PauletteGoddard en una heroína inolvidable. Es un auténtico icono del filme. Lasimágenes se su delicado rostro sometido a los más abyectos escarnios formanparte de esa iconografía del oeste colonial con la humillación de una subastapública, con el vestido rasgado para ser sometida a latigazos, dándose un nadaíntimo baño de espuma en la casa del herrero Frazer, fregando el suelo de unasucia taberna y como remate, maniatada por las tribus de Guyasuta a punto dearder en la hoguera. De todas esas situaciones imposibles para una estrella dela Paramount es rescatada por el galán Gary Cooper con el que protagoniza unahuida a través del río salvaje, con salto a las cataratas incluido,  a la altura de Rio sin retorno (River of  No Return, 1954), de Otto Preminger.DeMille describe visualmente la huida de la pareja por los rápidos y por elbosque insertando varios planos de los pies de Paulette desde que inician lacarrera con tacones hasta que sufren las heridas de horas y horas dedesesperada carrera hacia la salvación.  Laprimera opción para el personaje fue Deborah Kerr, pero sus exigenciaseconómicas fueron excesivas. Paulette siempre se quejó de la dureza del rodaje,especialmente de la tarde entera que pasó metida en un barreño lleno de agua yjabón ante las miradas nada furtivas de medio centenar de empleados en losdecorados. Trabajó junto a Cecil B. DeMille también en Piratas del mar Caribe (Reapthe Wild Wind, 1942 y en PolicíaMontada del Canadá.   La joven de la dulce pero peligrosa miradasiempre será recordada por haber sido la compañera del vagabundo en Tiempos Modernos (ModernTimes, 1936) y del pequeño judío confundido con Hitler en El gran dictador (The Great Dictator, 1941), ambas de Charles Chaplin.
            Cooper(Montana, 1901-1961) ofrece de nuevo un recital de integridad, valor,galantería y moral. Es el prototipo del americano medio, el hombre que todosquisieran tener como yerno. Sus aventuras a lo largo del Ohio arrastrandoliteralmente a Abby tendrán su eco en el también capitán Quincy Wyatt de Tambores lejanos (Distant Drums, 1951), de Raoul Walsh. DeMille siempre pensó queeste animal de la escena había nacido doscientos años después de su tiempo, queera un auténtico hombre de la frontera trasladado al presente. El ingenio delpersonaje de Holden resulta decisivo en varios momentos: la flecha indicadorade la brújula engaña al jefe indio que le deja marchar con la heroína, y suocurrencia con los cadáveres de los soldados salva a Fort Pitt de laaniquilación. En el rostro de Gary Cooper hace descansar Cecil B. DeMille elmomento más sublime y brillante de la película, sin dar el contraplano quecualquier otro creador habría colocado cayendo en la tentación del subrayado:Holden descubre en el jardín de la granja de los Salter, donde él y sucompañera se han refugiado huyendo de sus perseguidores, los cadáveres en offvisual de toda la familia masacrada, símbolo del sacrificio de los que dieronsu vida por ensanchar las fronteras de la libertad del hombre. Con todo, laescena de este binomio interpretativo que entra en la leyenda del géneropre-western se sitúa a bordo del Star ofLondon camino de Norfolk: Abby va a caer en manos de Garth en la puja comoesclava, pero los insultantes seis peniques que el capitán coloca sobrecualquier cantidad anunciada de viva voz por el truhán se convierten en unhomenaje a su cortesía, de la atracción sexual que le asalta y su pasión por lalibertad. El desprecio por Garth se mezcla con la atracción por la bella joven,y eso vale al menos los seis peniques que jalonan la memorable secuencia. Coopfue uno de los actores favoritos del director, con el que trabajó en Por el valle de las sombras (The Story of Doctor Wassell, 1944)además de en las ya mencionadas BuffaloBill y Policía Montada del Canadá.
ELDESFILE DE LOS MUERTOS
            Laidea de guión con la que el fuerte Pitt es salvado de caer en manos indiaspuede considerarse tan genial como tétrica. El capitán Holden valora lasituación junto al general Bouquet y le pide que le permita llegar alacuartelamiento asediado con un pequeño grupo de gaiteros y cientos de soldadosmuertos sujetos en varios carros para dar la sensación de un ejército potenteal enemigo. Ese desfile de los muertos será decisivo en el desenlace de lahistoria que resuelve los conflictos de los insuperables personajes secundariosdibujados a lo largo del relato. La paternidad de este giro argumental esdiscutida, como en todo buen guión colectivo que se precie. Por ejemplo,Charles Bennet declaró a Pat McGilligan que Jesse Lasky Jr. no había tenidohecho  aportación al libreto más allá delos cambios insignificantes que decidía sentado en el despacho de DeMille alterminar la jornada de trabajo.
La doble moral del jefeindio Guyasuta, que engaña al adversario al anunciar fines pacíficos conbandera blanca y mancharla de sangre inmediatamente después,  es delimitada por una expresividad  lacónica pero efectiva por un rostro como elde Boris Karloff. El actor que consagró en el cine al mito de Mary Shelley en El Doctor Frankenstein (Frankenstein, 1931), de James Whale,tuvo que aprender a pronunciar el dialecto séneca ante las exigencias delproductor y director, meticuloso hasta ese punto con su equipo. Se vió obligadoademás a rodar todas sus escenas apretado por una faja en el tórax por unalesión en su espalda. Su personaje se inspira en la figura de Pontiac,  recordada por los norteamericanos como uno delos nombres propios que forjaron el país. Tras su retirada al no poderconquistar los fuertes de Detroit y Fort Pitt, marchó hasta Nueva York junto aotros sabios de tribus como los potawatoni, huron, otawa chipewa o sahwnee,para firmar una paz que aún tardaría décadas en materializarse. No muchodespués de quedar cerrados los acontecimientos narrados en la película, Pontiacfue asesinado de un hachazo en Illinois: los suyos no aceptaron lo queconsideraban una rendición ante el hombre blanco. Una ciudad de tamaño mediosituada en el estado de Michigan lleva su nombre en la actualidad.
Howard Da Silva ofreceun recital particular en la función colectiva. Fue un secundario hoy olvidadopero con títulos muy destacables en su filmografía: Lincoln en Illinois (AbeLincoln in Illinois, 1940) de John Cromwell, Sargento York (Sergeant York,1941) de Howard Hawks o Días sin huella(The Lost Weekend, 1945) de BillyWilder. Suya es una de las miradas más sugerentes: la que ofrece al ver laespalda desnuda de su deseada Abby cuando va a ser sometida a la tortura dellátigo.
Jeremy Love espersonificado por el  actor sudafricanoCecil Kellaway, un hombre bonachón y de amplio corazón  que bordó durante décadas papeles secundariosa las órdenes de los mejores directores de Hollywood. De Mille mostró especialpredilección por el trabajo que había realizado el veterano y octogenario SirCecil Aubrey Smith, un veterano de las películas del Hollywood de los años 30 y40. El actor contagiaba su iluión por trabajar en el set de rodaje cada día. Lapequeña historia ocurrida en el rodaje de la escena de la cruenta batalla deFort Pitt pertenece ya a la leyenda:  eltamborilero Bob Baughman sufría el impacto de una flecha de fuego en su tambor,pero seguía golpeando el instrumento pese a haber quedado malherido.
La hija del director,Katherine DeMille, incorpora uno de los personajes enigmáticos y másatractivos, que se sacrifica en una bella inmolación cuando ha comprobado quesu marido sólo quiere utilizarla en sus aspiraciones de poder. Hannah, laesposa india de Garth e hija de Guyasuta, fue la segunda colaboración con supadre tras aparecer en Las Cruzadas (The Crusades, 1935).  Katherine estuvo casada con el actor Anthony Quinn.
LosInconquistables fue estrenada en Pittsburgh enseptiembre de 1947 después de más de tres años de trabajo entre preproducción yrodaje, y tuvo sucesivos estrenos ese mismo otoño en Nueva York y Los Angeles. Sólogozó de una nominación a los premios Oscar ® por sus efectos especiales, en unaño en que triunfaría la denuncia de las barreras raciales gracias a La barrera invisible (Gentelman’s Agreemene, 1947), de EliaKazan. La crítica de la época crucificó el trabajo de DeMille y su equipo,especialmente los dos actores principales, acusándolos de anquilosados ypasados de moda. El público en cambio premió la película convirtiéndola en unode los grandes hitos en taquilla de toda la década.
            Unafrase rotulada sobre un crédito final cierra la película. “Allí donde la libertad eche raíces estará mi tierra”. Su autor esBenjamín Franklin, uno de los padres fundadores de la nación americana.

Copyright © Víctor Arribas

3 comentarios:

  1. Ante todo, gracias, Víctor, por regalarnos a tus lectores este interesante y exhaustivo análisis sobre “Los inconquistables”.

    Desafortunadamente no he tenido la oportunidad de verla… algo que tendré que solucionar cuanto antes :-) Aunque no puedo opinar sobre ella, sí puedo hacerlo sobre lo que he leído. Puedo imaginarme, eso sí, viéndola con mi padre, hace años, tal vez alguna lejana tarde de vacaciones… Algo que echo mucho de menos desde que él falleció y que recuerdo con nostalgia y cariño. Le encantaban las películas como ésta, que “mezclan” los géneros de aventuras, western, romance, historia… y que exaltaban viejos valores hoy en día tan olvidados como el honor y la defensa de la libertad individual.

    Unos apuntes sobre el cast. Por una parte, opino que las "excesivas exigencias económicas de Deborah Kerr" redundaron en una serendipia: la magia de Paulette Goddard en la pantalla. ¿En serio alguien se puede imaginar a Deborah Kerr en este papel, a pesar de ser unos diez años más joven? No sé… tal vez Jennifer Jones hubiera podido hacerlo, pero… “la joven de la dulce pero peligrosa mirada” sólo puede ser Paulette.

    Por otra parte, alguien como Gary Cooper, capaz de interpretar tanto al distinguido arquitecto de “El manantial” como al ¿rudo? Willoughby de “El vaquero y la dama”, tenía que ser sin duda el Capitán Holden. Una acertadísima elección, como acertadísimo considero el lugar de estreno en 1947, Pittsburg, como homenaje a Fort Pitt.

    Definitivamente, me apunto el visionado de esta película como unos de los propósitos de 2013. Pero de los de verdad :-)

    Y luego, continuaremos hablando…




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  2. Acabo de ver tu blog ahora mismo... puedes matarme. Espero que actualices para ir disfrutando. Un abrazo.

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  3. Genial, Víctor, como siempre, tus críticas cinéfilas son de las mejroes que leo en toda la red.

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